En el post anterior hablábamos sobre la arquitectura de la información y el SEO en un ecommerce. En concreto, sobre algunas de las preguntas clave que debemos hacernos antes y durante la (re)definición del esqueleto de la web: ¿tenemos alguna barrera estructural que complique el rastreo de nuestro ecommerce?, ¿cómo vamos a gestionar los productos estacionales o sin stock?, ¿nos estamos canibalizando con URLs que deberíamos fusionar?, etc.
Éstas no son las únicas decisiones que debemos tomar pero la buena noticia es que tampoco estamos solos en el proceso. Y es que, ¿de qué nos sirve atraer usuarios a la web si no somos capaces de mantenerlos en ella? Nuestra labor como SEO, a mi juicio, no estará completa si no nos implicamos en la totalidad del proceso y, para ello, necesitamos contar con una visión que nos acerque aún más al potencial cliente de nuestro ecommerce: UX.
- Literales: ¿Se entienden los nombres asignados a cada categoría o, por el contrario, es terminología confusa o poco representativa de sus productos? Debemos facilitar la navegación al usuario, no complicársela con KW que, si bien pueden tener búsquedas, no son suficientemente descriptivas. Un card sorting a tiempo puede prevenir posibles deficiencias de usabilidad en la arquitectura, previa a su puesta en producción.
- Discoverability: ¿Dónde espera encontrar el posible comprador un producto? ¿Es capaz de dar con él a la primera o, por el contrario, necesita ir cerrando y abriendo categorías? Un usuario frustrado es un potencial cliente perdido. Es por eso que conviene preguntarse no sólo si un producto está ubicado en el lugar que debe sino, también, si tendríamos que darle acceso desde otros apartados de la web para cubrir más de una necesidad e intención de búsqueda.
- a) Dentro de una categoría “Cremas faciales”
- b) En un apartado segmentado por tipos de piel (“Piel madura”, por ejemplo)
- c) Junto a otros productos orientados a solventar necesidades concretas (“Antiarrugas”)
- d) En “a)” pero con acceso desde la navegación “b)” y “c)”
- e) Mediante filtros
- f) Ninguna de las anteriores
- g) Otras: ___
- Navegación: ¿Es el usuario capaz de navegar entre los distintos apartados de la web de forma fluida? La experiencia SEO nos dice que los menús, las migas de pan, los links a productos relacionados, los enlaces en textos…no son únicamente recursos utilizados por Google para rastrear la web sino, también, por los usuarios para pasar de un contenido a otro, pero ¿es suficiente? Podemos hacer conjeturas, sin embargo, sin un estudio de usabilidad y el expertise de un profesional de UX nunca tendremos la certeza.
- Interacción: ¿Dónde está la atención del usuario cuando accede a una web?, ¿y a una página concreta?, ¿cómo es su interacción con los diferentes ítems? El orden de los factores, en este caso, sí altera el producto. Un mapa de calor, por ejemplo, nos puede aportar mucha información para sacar todo el partido a nuestra propuesta de arquitectura.
Por ejemplo, ¿dónde podríamos ubicar una crema antiarrugas en un ecommerce de cosmética?
Hay tantas posibilidades como decisiones que tomar. Desde SEO podemos tener claras nuestras preferencias, pero nuestra decisión se quedará muy coja si no compartimos impresiones con un equipo de UX que aporte otro punto de vista. Dinámicas como los tree testing puede solventarnos muchas dudas en este punto.
Estos son algunos de los retos con los que nos topamos a la hora de construir la arquitectura y definir la navegación de una web. Su tipología, tamaño e incluso nicho al que pertenezca, va a determinar, en buena parte, los recursos que utilizaremos para este proceso de análisis y definición. Sin embargo, si bien “todo depende”, hay algunos aprendizajes comunes que sí podemos llevar a la práctica en la gestión de la mayoría de los proyectos. Lo vemos en el siguiente post ?